Josep Borell, el ministrode Exteriores y quien nos encandiló con sus explicaciones sencillas de economía cuando fue ministro de ese área, se está metiendo en un espinoso jardín estando en contra de las "embajadas" catalanas, y no por ellas en sí mismas, si no por su argumentación.
Respecto a lo primero, recordemos que Carles Puigdemont no tiene ninguna orden judicial internacional de detención, por lo que puede ir por los paises que le vengan en gana excepto España, donde sí la tiene.
No veo por qué este sería un argumento para estar en contra de ningún establecimiento. Sería lo mismo que Josep Borrell dijera que está en contra de los Starbukcs fuera de España porque a ellos podría ir Carles Puigdemont. Absurdo.
Respecto a lo segundo, Joquim Torra puede expresar lo que le venga en gana donde le venga en gana, siempre que no sea delito, por muy en contra de los intereses de España que se pueda creer que va. Se llama libertad de expresión señor Borrell.
Si aplicásemos el mismo argunto a otros personajes españoles, también habría que usar el mismo rasero para otras declaraciones de políticos, lo cual no sucede actualmente y sería aplicar a Joaquim Torra lo que no se aplica a los demás. Igual de absurdo que lo primero.
Pero fijémonos que el Josep Borrell dice oponerse a estas "embajadas" catalanas, no que sean ilegales, por lo que su opinión, aunque respetable, no sirve de mucho para cambiar ningún hecho.
Lo grave de la opinión de Josep Borrell es que le va ser muy difícil justificar su opinión favorable, o no oponerse por silencio, a tantas otras opiniones y actuaciones que se pueden calificar de ir en contra de los intereses de España.
Porque si empezamos a aplicar como criterio esta opinión de Josep Borrell, vamos a terminar en una especie de dictadura intelectual en la que va a ser muy difícil argumentar qué va a favor o en contra de los intereses de España, comenzando con la presencia de inútiles colosales en la política española que tanto daño hacen a los ciudadanos.
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