Así mismo lo ha dicho.
No ha dicho ni decepción, ni deseo de justicia, ni impotencia, ni sentirse engañado, ni defraudado, ni sorprendido, ni sobresaltado, ni indignado, no.
Artur Mas siente pena, que hasta podría entenderlo, pena por que Jordi Pujol haya tomado a toda Catalunya, incluído eĺ, por gilipollas, si no que además siente compasión, como si lo de Jordi Pujol fuera una enfermedad, algo inevitable que requiere del afecto de los demás para sobrellevarlo, de unas palmaditas en la espalda y unos "ya pasó, ya pasó".
Quin president tan collonut que tenim i el que hem tingut, caram!
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