Una bandera de 18 metros, majestuosa, espléndida, ondeando al viento. ¿A quién no iba a gustarle, sea de lo que sea?
A nadie le amarga un dulce, pero ¿no había nada más urgente en que gastar el dinero público?
Es una cuestión de prioridades.
Una bandera de 18 metros, majestuosa, espléndida, ondeando al viento. ¿A quién no iba a gustarle, sea de lo que sea?
A nadie le amarga un dulce, pero ¿no había nada más urgente en que gastar el dinero público?
Es una cuestión de prioridades.
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