Google ha decidido cerrar el servicio Google Reader.
Para quien no sepa qué es, se trata de un servicio que permite centralizar la lectura de las webs y blogs a los que nos hemos suscrito, lo cual es muchísimo más práctico que tener que ir web a web cada día para ver si han publicado algo nuevo.
El cierre ha causado un cierto alboroto hasta el punto que Google está recogiendo opiniones de por qué está molestando tanto su cierre, no porque piensen reconsiderar su decisión, sino para tenerlo en cuenta en nuevos servicios. Ingénuos.
Esta situación no tiene nada que ver con otros servicios que Google ya cerró, como por ejemplo Google Wave, que ya estaba muerto poco después de su lanzamiento y luego explicaré por qué, en mi opinión.
En cambio Google Reader es un tipo de servicio que aún se utiliza tanto que sólo hay que mirar la cantidad de alternativas que existen. Mi opción. de momento, ha sido "The old Reader", que es muy parecido a Google Reader y hace lo que tiene hacer, sin más florituras.
No he esperado ni un día más a hacer la migración. Google es una empresa suficientemente grande y con unos principios más que sólidos como para andar tomando decisiones que luego tiene que reconsiderar. Una decisión como esta debería estar sustentada por argumentos de peso.
Pero el cierre de Google Reader es un problema, en mi opinión, mucho más profundo que el cierre en sí mismo.
Google se ha deshecho antes de otros servicios con el argumento de que debía centrarse en unos servicios cerrando otros. No indica el motivo de por qué centrarse en unos y no en otros, pero no hace falta ser muy listo para entender que se trata de la rentabilidad, pero no entendida directamente como monetaria si no como materia prima para su producto estrella: la publicidad.
Google Reader es una fuente de información sobre los intereses de sus usuarios que bien puede explotarse y rentabilizarse, pero por algún motivo Google decide cerrarlo.
Google no ha creado ningún producto en sí. Su buscador era innovador en la forma de buscar, pero los buscadores ya existían. YouTube lo compró. Google + es un concepto muy parecido a Facebook. Y la lista sigue.
Sólo recuerdo un producto original: Google Wave. Y fue un fracaso. Pretendía reinventar el correo electrónico complicando de tal manera su funcionamiento que la pelota final fue de un calibre imposible de digerir por la gente.
Todo esto tiene un problema en común que sorprendentemente Google sí supo solucionar con su primer producto: el buscador Google.
La publicidad no es mala en absoluto. Si yo necesito un pastel qué mejor que saber que yendo a un sitio tengo una lista descomunal de pasteles que además puedo buscar por precio, sabor, aspecto, tamaño y ubicación de la tienda. Eso es buena publicidad: ofrecer a alguien lo que está necesitando.
No conozco a nadie que no compre lo que necesita (Otra cosa es que compre lo que no necesita). Así que el que se anuncia en el sitio adecuado, vende. Y eso es precisamente lo que intenta y consigue en gran medida Google. Si buscas "coche" te aparecen anuncios de coches, no de lechugas, con lo que no sólo no molesta esta publicidad si no que se agradece. Bien por Google.
El resto de sus servicios son utilizados con el mismo fin: ofrecer publicidad a sus usuarios en función de su actividad en el servicio. Esos servicios son servicios ya consolidados, que la gente utiliza y necesita, y no paranoias como Google Wave.
Y llegamos al otro problema. Parece haber una idea generalizada de que es sencillísimo crear una necesidad para luego vender un producto que la cubra. Esta idea de márketing es muy conocida y son muchos los que se han lanzado a una piscina vacía. Google creó Wave sin ni siquiera haber la necesidad y sin haberla creado. Se lanzó y se estrelló.
No es nada sencillo crear algo que la gente necesite y aún no tenga y muchos se limitan a mejorar lo que ya hay. Es buena la estrategia si lo haces bien.
Google + va por un camino similar a Google Wave. Nació como una copia de Facebook, pero sin tener en cuenta que el éxito de Facebook es circunstancial y que es una idea muy mediocre llevada muy bien a la práctica.
Pocos de atreven con productos radicalmente nuevos. Incluso Apple acabó con toda una generación de móviles por atreverse a darles a los consumidores lo que en realidad querían y pedían a gritos.
Y es que es fácil tener a los consumidores contentos. Personalmente me fastidia horrores ir a comprar ropa, por lo que cuando localizo una marca y modelo de mi agrado me cuesta separarme de ellos. Pero los fabrantes insisten una y otra vez en retirar modelos para sustituirlos por otros nuevos y para colmo no mejores. Otro gran error actual de los vendedores: cámbialo para vender más.
¡Vender mas! ¡Vender más! Eso parece ser lo único que tienen en mente los fabricante y vendedores sin reconocer que si, por ejemplo, venden champú, por muy perfecto que lo hagan todo, llegará un punto en que el mercado no puede consumir más champú si no es tirándolo por el deshagüe. Pero cuando llegan ahí...¡Vender más! Y cambian el producto, dejando tirado al fiel consumidor y haciéndole buscar de nuevo un producto que satisfaga su necesidad. Enhorabuena: han perdido un cliente fiel.
En mi opinión Google se ha equivocado cerrando Google Reader. Ha terminado con una fuente de información en la que no tenían que hacer gran cosa para conseguirla. Espero que no estén pretendiendo que usemos Google Currents.
Y una pega más. Google tiene la buena y felicitable costumbre de permitir que te lleves tus datos cuando cierra un servicio: mediante Google Takeout puedes descargarla. Lo mismo han hecho al cerrar Google Reader salvo por una pifia: quitar la opción que permitía exportar las suscripciones en formato OPML para poderlas importar fácilmente en cualquier otro lector. Es decir, "Sí, te vas, pero por las piedras."
Feo feo se va a poner el tema si Google sigue por esta línea y abandona su tan apreciado lema "Don't be evil" ("No seas malo."). Espero sinceramente que no suceda.
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