El primer incidente entre coches con conducción automática ha sucedido y dice mucho de las compañías implicadas.
Por una parte tenemos el coche de Google, un vehículo pequeño de aspecto futurista, funcional, minimalista y con aspecto del hermano pequeño del Volkswagen Beetle.
Por la otra tenemos el coche de Audi, un modelo Q5, estilo tanque, para los amantes de lo grande con pretensiones y necesidad de exhibir ostentosamente su capacidad de gastar dinero.
Lo llamativo del asunto es que el incidente ha ocurrido cuando el Audi ha querido cambiar de carril, el de Google "no le ha dejado" y el Audi ha tenido que abortar la maniobra.
Recordemos que para cambiar de carril primero hay que asegurarse de que se puede hacer la maniobra y luego hacerla. El "no me ha dejado" es un "yo no he evaluado bien la situación, he intentado hacer lo que me daba la gana, no he podido y para colmo he rascado el otro coche".
Bien por Google, mal para Audi.
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