Francia ha incluido en una nueva ley la posibilidad de espiar a extranjeros, sean diplomáticos, políticos o periodistas.
Lo mejor de todo es que no importa si tienen alguna relación con terrorismo, que hasta hace poco era la excusa universal para cercenar derechos civiles.
Ya era gracioso que antes sólo necesitasen la aprobación de una comisión, la "Comisión Nacional de Control de Técnicas de Información", formada por dos diputados,
dos senadores, dos miembros del Consejo de Estado, dos magistrados y un
experto informático. Desconozco el sistema en esta comisión tomaba una decisión, pero al menos incluía dos magistrados.
Ahora, si se trata de un extranjero, basta con el permiso del primer ministro francés, sin necesidad de la comisión. Y ya sabemos lo que ocurre cuando tal poder se le entrega a un presidente. Estados Unidos es un excelente ejemplo.
Ole para los políticos franceses y una razón más para no viajar a Francia, ni para negocios.
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