Trabajas cuatro años y tienes derecho a uno de paro: no más ni menos.
Pero la relación entre El Congreso y sus señorías no es laboral (¡ya se ve, ya!) y está regulada por otras normas que distan mucho de ser equiparables a las que tenemos el resto de ciudadanos.
Pero los señores diputados quieren más. Siempre quieren más. El descojono de los sinvergüenzas en El Congreso no tiene limite. Ni estratosférico. Algo que jamás he visto.
Sus señorías, después de su excelente trabajo en El Congreso y de que sus respectivos partidos se hayan estrellado (no hace falta ser muy listo para saber mayoritariamente el partido de esos diputados que no han obtenido un escaño) piden una indemnización porque no encuentran trabajo.
Señorías, espabilen, como el resto de ciudadanos. La sopa boba se ha terminado: a currar, caraduras.
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