Que el veto de Trump a Huawei no iba a salir bien estaba cantado.
O bien Huawei se espabilaba, indepedizándose de Estados Unidos, o Estados Unidos daba marcha atrás.
En cualquier caso Estados Unidos salía perdíendo.
La bravuconada de Donald Trump no le sale gratis, porque la situación no es la que era antes: ahora Huawei, y China, saben a lo que están dispuestos en Estados Unidos y dudo que se queden de brazos cruzados hasta el siguiente ataque de histriónismo cuando las reglas del libre mercado no le convengan.
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