Si los políticos fueran capaces de solucionar los problemas de forma justa, no habría ni derecha ni izquierda. Pero como son bastante inútiles y sus soluciones no benefician a todos, cada ciudadano vota al partido cuyas políticas cree que le benefician.
Y cuando ese partido se demuestra inútil, incluso por decir una cosa y luego hacer otra, el ciudadano busca otro con un discurso que ponga más énfasis en lo que quiere el ciudadano.
Y vuelta a empezar para seguir en un bucle de radicalización.
En definitiva, solo hay que mirar qué es lo que promueven los partidos fascistas para saber en qué son unos ineptos el resto de partidos.
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