La hipocresía de muchos ingleses (no voy a meterlos a todos en el mismo saco) es de epopeya pero nada comparable a su estupidez y falta de miras.
Hoy lo han vuelto a demostrar con creces al perdonar a Alan Turing. Sí, a perdonar. Tal cual.
Lo lógico después del calvario al que lo sometieron sus propios compatriotas, a pesar de sus más que notables contribuciones a la humanidad y a su país en campos como la informática y la criptografía, lo justo hubiese sido que le pidieran perdón. Pero no; en lugar de pedirle perdón la reina de Inglaterra le perdona.
Qué grande es la reina Isabel de Inglaterra. Qué magnánima. Y qué gran cretina.
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