Ya es suficientemente lamentable que las personas mueran por causas naturales, que se pierda para siempre su experiencia, como para que nos matemos unos a otros.
Más lamentable aún es que unos esgriman que sus muertos valen más que los muertos del otro, ya sea por importancia o cantidad.
La estupidez de querer matar es un síntoma de tal animalidad que solo me parece su adecuada la reclusión en un zoo o incluso un circo de monstruosas criaturas.
Qué acertado estaba mi abuelo cuando decía "Al que quiera una guerra que la primera bomba le estalle en la boca"
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