El ministro del interior de España, Jorge Fernández Díaz, hace como su gobierno: lo que le da la gana, haya la ley que haya.
A pesar de tener aún bien fresca en la memoria las atroces actuaciones de la Policía Nacional en distintas manifestaciones, aún así, se permite el lujo de intentar intimidar a la ciudadanía con una amenaza basada en una más que libre interpretación de la ya poco acertada ley de seguridad ciudadana.
No le basta al señor ministro con ver en la pantalla vídeos que demuestran cómo la policía se saltaba la ley que debe hacer acatar, sino que para colmo no hacía nada al respecto. Además pretende, o mejor dicho amenaza, con requisar esos vídeos y los dispositivos con que se graban, única prueba que demostraba no solo la verdad sino que además dejaba en evidencia como utilizan con desvergüenza la presunción de veracidad de que gozan los cuerpos de seguridad para intentar ocultar sus actos.
Tuvo que acceder a regañadientes ante las quejas del defensor del pueblo y la Unión Europea a que los antidisturbios estuvieran obligados a llevar un número identificativo, más pequeño de lo que se les sugería, para reducir sus impunes excesos.
Bravo señor ministro, bravo. En una sola frase nos ha recordado a todos quién y qué es usted.
Nadie podría haberlo descrito mejor y en menos palabras que usted. Bravísimo.
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