¿Para qué sirve la publicidad? Está claro: para informar de tu producto y en tu nombre. Es decir, se valora el producto y de quién procede.
Estas dos cosas dejan claro entonces lo que es por lo tanto contraproducente en publicidad. Un claro ejemplo es enfadar al cliente.
Mucho cuidado porque es muy frecuente que una compañía lo haga, precisamente porque su volumen suele ser mucho mas grande que el del cliente y la atención que se presta no está a la altura, no tiene en cuenta las necesidades de su cliente y eso que es algo básico no solo en publicidad sino en la gestión de cualquier empresa: entiende a tu cliente.
Pongamos un ejemplo: ONO envía correos publicitarios en los que al menos indican cómo dejar de recibirlos pero el procedimiento no funciona: sencillamente la web de ONO no funciona. Y no es cosa de hace unos días.
Así que, como no puedo hacer que dejen de enviarme publicidad y no quiero perder media tarde al teléfono para hacer que lo arreglen, ahí quedan marcados como spam.
Luego ONO se sorprenderá de cómo es posible que sus clientes no reciban sus correos.
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