Un camarero es el intermediario entre la cocina y la mesa, procurando que los comensales tengan lo que necesitan.
Si en la espera para pagar utilizas una mesa con el mantel limpio para liar un cigarrillo, procurando no ensuciar, es normal que el camarero te indique que está limpia, haciéndote ver que les vas a dar más trabajo. Hasta aquí bien, pero no puede quedarse ahí.
El camarero, si ve que un comensal hace algo incorrecto, debe llamarle la atención. Pero si el comensal no ha tenido otra opción mejor, el camarero debería proponerle una solución aceptable. Si no lo hace, la cosa queda en un "no puede y punto" lo cual deja pocas ganas de volver.
No me refiero a obviedades como que un comensal baile encima de la mesa y el camarero le diga que puede bailar en el suelo: no.
Llevando la situación al extremo, sería como si te cagas encima (que a todo el mundo le gusta cagar en su casa), y más aún si es así de suelto) y el camarero, en lugar de comprender tu necesidad en ese momento y ayudarte, se limita a decirte que no se puede cagar en el restaurante.
He encontrado personas con un trabajo bastante más desagradable y que requiere menos cualificación que han estado prestas a ayudar sin ni siquiera pedirlo.
Está es la razón por la que no volveré al restaurante La Tagliatella de Glorias, en Barcelona.
Y lo lamento por el resto de trabajadores de ese restaurante concreto, pero un mal camarero no tiene perdón de Dios.
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