Llega el buen tiempo y decidí ponerme mis náuticos Camper.
¿Resultado? Se empieza a despegar la suela del pie derecho por el talón y el zapato se parece aún teleñeco hablando mientras camino. Ciencuenta metros después dejó atrás la suela entera.
Me dirijo a la zapatería más cercana, a unos cien metros, y por el camino el otro zapato comienza también a hablar por el talón.
Voy andando como si fuera cojo y termino quitando también su suela. No puedo decir que la haya despegado, más bien he dejado que se caiga sola.
Es una vergüenza que con lo que cuestan unos náuticos Camper les pase esto. Una vergüenza.
Y ahora a esperar a que abra la zapatería, como si no tuviera nada mejor que hacer.
Bye bye Camper.
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