Cuando alguien dice que tras unas elecciones debe gobernar el partido más votado, que casualmente resulta ser el suyo, está haciendo una de estas tres cosas: bien está escupiendo a la democracia, o nos toma por idiotas o el idiota es él.
Hace tiempo se lo explicaba a alguien con sencillo ejemplo.
Imagina una comunidad de vecinos que quieren pintar la fachada del edificio: cuatro la quieren roja, tres azul celeste, dos añil y uno azul marino.
En principio y si no hay más acuerdo, la pintarn de rojo. Pero los que prefieren un azul, se pueden poner de acuerdo en un único tono de azul, porque entonces serían mayoría.
Pues ese es el sistema de gobierno democrático, y no convencí a aquella persona, porque el partido más votado era al que votó, pero no era el que podía formar gobierno.
Esta semana Alberto Núñez Feijoo nos lo vuelve a recordar.
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