Cuando los anunciantes se dieron cuenta de que podían anunciarse eficazmente y sobretodo de forma muy barata por Internet, pusieron anuncios.
En su avaricia por meternos cada vez más y más anuncios, más y más grandes, más y más llamativos, parpadeantes, centelleantes y sobretodo, multiplicando las ventanas, lograran que diera auténtico asco navegar. Y aparecieron los bloqueadores de anuncios: muerto el perro, muerta la rabia. Sin término medio.
Google consiguió hacerse hueco con anuncios amables y acertados en el momento y a las personas a quienes los dirigía.
Y de nuevo los anunciantes han conseguido que vuelva a dar asco navegar, esta vez con el móvil, al ver como anuncios hasta contrario vídeos, consumen tu miserable cuota de datos. Y entonces apareció el navegador antianuncios: Adblock browser.
¡A tomar por saco otra vez el perro? Porque no aprenden...
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