Podemos hoy leer un artículo en ElDiario.es dónde se arremete de nuevo contra Banksy con múltiples lindezas.
Lo que nadie parece querer ver es que Banksy está haciendo dinero a base de los tintos que compran su arte, por su afán de posesión, mientras él lo va dejando por muros y paredes a la vista de todos.
Porque la mujer que compró en una subasta "Niña con globo" hecha flecos pagó una insultante cantidad por una obra que yo disfruto en mi casa sin haber pagado un euro. Porque me interesa el mensaje, no el objeto en que se representa. Y esto escuece cosa mala a los trapicheantes de arte, porque sin objeto físico no tienen con qué comerciar.
De ahí que saquen fuego por la boca al hablar de Banksy, que no solo se pitorrea de ellos si no que les deja comerciar con otras hechas trizas mientras ellos creen que hecha trizas aún vale más. El caso de la "Niña con globo" no revalorizó aún más la obra: lo que hizo fue crear una nueva en vídeo y concepto que nadie podrá comprar, porque quien posea ahora el cuadro medio triturado lo posee como quien posee la boñiga de una vaca cuando el mensaje era, primero la hierba y la vaca y luego el proceso de digestión. Pero el propietario se enorgullece de tener la bolita en casa.
Ni los críticos de arte ni los comerciantes han entendido aún de qué va Banksy. Y mientras tanto, a mí me da la risa floja cada vez que les suelta una ostia suprema envasada en arte.
Ya sabemos que cuando un dedo señala el cielo, el tonto mira el dedo.
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