Ayer se actualizó mi teléfono móvil a Android Pie, la última versión del sistema operativo de Google para dispositivos móviles.
Y, ¡oh!, aparece en algunas aplicaciones una advertencia de que la App (la forma "guau" de llamar a una aplicación) está diseñada para una versión anterior y que igual tiene algunos problemillas.
Y los desarrolladores a caballo de los cambios que se le antojen a Google.
Programar una aplicación requiere tiempo y esfuerzo, y a Google parece que eso le trae sin cuidado, el mismo cuidado que debería tener con los que son sus clientes.
Porque un desarrollador, no solo programa la aplicación sino que enriquece ese espacio de comercio y publicidad de donde Google obtiene cuantiosos beneficios.
Programar una aplicación requiere tiempo y esfuerzo, y a Google parece que eso le trae sin cuidado, el mismo cuidado que debería tener con los que son sus clientes.
Porque un desarrollador, no solo programa la aplicación sino que enriquece ese espacio de comercio y publicidad de donde Google obtiene cuantiosos beneficios.
Pero Google ha optado por el camino corto: "Yo lo cambio y ya se apañarán los desarrolladores.". Mal. Muy mal.
La mayor diferencia que he encontrado como usuario es que ahora el reloj está a la izquierda, el control del volumen ahora está en vertical y el ya típico cambio de colorines en los iconos, para que te vayas perdiendo si ya estabas familiarizado con los anteriores.
Porque Google, entre otras empresas que desarrollan software, parecen ignorar cual es la función de los iconos: la identificación rápida de elementos por su imagen y no por un texto. Y cambiando la imagen de los iconos echan por tierra su utilidad.
No hay comentarios :
Publicar un comentario