El arte de no parar de moverse

Irritante. Es sencillamente irritante cuando estás sentado en un transporte público y viene alguien a sentarse a tu lado y tiene el culo inquieto.

Sin ir más lejos hoy se ha sentado una señora de mediana edad, de esas que ahora que tienen patas de gallo sienten la necesidad de cuidarse.

Primero la ha liado para buscar y colocarse el cinturón de seguridad. No sabía si estaba intentando meterme mano, buscando petroleo o qué.
Cuando ha conseguido sacarlo y  asegurarse cual carga de avión se ha atusado, ha asegurado que su verticalidad fuera perfecta y golpe de cabeza para el flequillo. Diez segundos más tarde ha comenzado a escarbar en su bolso buscando algo infructuosamente.
Cuando ha terminado con eso ha comenzado a arreglarse la bufanda, que debía estar inapropiadamente colocada según la moda vigente.
Luego ha recolocado el culo en el asiento y golpe de cabeza para el flequillo.
Cuando ya parecía estar lista ha comenzado a hacer suaves vaivenes con la cabeza repitiendo esos estúpidos ejercicios de relajación que recomiendan los médicos cuando tienen nada que diagnosticarte y así satisfacer al paciente dándole algo para hacer que le distraiga de su inexorable camino a la muerte pasando por la tan indeseada como ineludible vejez.

Terminados sus ejercicios ha decidido escarbar de nuevo en su bolso del que finalmente ha salido un goma para el pelo.
A dos manos ha alisado una coleta perfecta, sin un pelo fuera del sitio y más tensa que los moños de ballet aunque con una longitud similar. Cuando ha terminado la obra de arte se ha atusado la ropa y golpe de cabeza.

Parecía que ya, pero entonces ha comenzado a balancear lateralmente el melón, completando así sus ejercicios matinales.

Después ha abierto por tercera vez el bolso, ha sacado una almohada inflable y ha hecho lo que bien debe de saber hacer con las pollas.
Se ha colocado y recolocado el bolso hasta dejarse moradas las piernas, se ha calzado la almohada, ha apoyado la nuca en el asiento y por fin me ha dejado en paz cuando se ha quedado dormida, aunque espero que muerta.

Qué coñazo de gente.

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