
superiores se los denegasen dejándolo tirados en el peligro, esos mismos antidisturbios, en lugar de ver lo que ha pasado prefieren seguir en su tónica, con orejeras ahora además agrediendo a periodistas debidamente identificados.
Sí, sí, sí: qué gran cuerpo de seguridad del estado. Estamos asistiendo en directo al descarado incumplimiento de la ley, sin ni intentar ocultarlo. ¿Qué vendrá luego? ¿Qué vino en otras ocasiones?
No sé a los demás, pero a mí me da un pelín de repelús.
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