Hoy el señor Nick Clegg, viceprimer ministro del Reino Unido, se ha disculpado por no cumplir una de sus promesas electorales. Es decir, primero hace una promesa, que sus votantes tienen en cuenta al darle su voto, es elegido, incumple su promesa haciendo justo lo contrario, se disculpa y pelillos a la mar, habiendo hecho lo que le ha dado la gana, engañando a su pueblo y sin ninguna consecuencia.
Hay que tener la cara muy dura y muy poca vergüenza para únicamente disculparse y quedarse tan pancho.
Esto me recuerda cuando hace poco el Reino Unido se disculpó a Ecuador por amenazarles con asaltar su embajada para detener a Julian Assange, violando la inmunidad diplomática, y seguidamente daba a su policía instrucciones para detenerlo en cuanto saliera de la embajada de Ecuador, con o sin inmunidad diplomática, violándola otra vez. Te digo lo que quieres oir que mientras hago lo que me da la gana.
Y en España nuestros políticos no son menos. Hoy, sin ir más lejos, el ministro de Educación José Ignacio Wert interpreta que cuando la gente se manifiesta quejándose de los recortes en educación lo hace por la crisi, no por la gestión de su ministerio o el gobierno. Claro, claro, y cuando asesinan a alguien la culpa la tiene la muerte que llegó con su guadaña, no el asesino. El señor Wert, otro que tal baila.
La excusa del actual gobierno ante el descontento del pueblo español es que la culpa de la situación actual la tiene la crisis, cuando la gente no se queja de la crisis, se queja, al menos yo, de que los responsables de la crisis hayan salido no sólo impunes sino para colmo recompensados, que el coste de la crisis recaiga en quienes no son los responsables y que los recortes para reducir el déficit público se hagan como se está haciendo, de forma poco proporcional a la capacidad de aportar que tiene cada uno.
Es decir, que si te doy un guantazo y te duele, la causa es la mano, no yo. Hay que joderse.