No sé si todo el mundo está al corriente, pero las cenizas mortuorias no pueden esparcirse en cualquier sitio.
El presunto motivo es que son tóxicas: contienen compuestos químicos, los medicamentos que ha ido tomando el difunto, en incluso los compuestos del propio ataúd.
Pero nada de esto aparece en el artículo de El País en el que están demasiado entusiasmados contando cómo en Estado Unidos hacen abono con los difuntos y soñando cómo crecen alcachofas a gracias a él.
Sinceramente, me importa un bledo lo que se haga con mi cuerpo después de muerto: será el cascarón vacío que una vez habité.
Mientras, las modas y los artículos poco rigurosos que aparto cada día, llenan la vida de los demás, o eso intentan.
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