Partamos de que hay gente buena y gente... no tan buena. Asumamos por un momento que la teoría de la evolución no es una teoría si no un hecho.
Reconozcamos que por selección natural cada vez hay personas más inteligentes que otras y que esa diferencia en inteligencia será cada vez mayor.
Asumamos que todos queremos vivir lo mejor posible, algunos de forma honrada y otros... no tan honrada.
Aceptemos que criamos vacas no para su propio beneficio sino para el nuestro.
Aceptemos que esas personas más inteligentes terminaran agrupándose y organizándose y mantendrán al resto como vacas, aunque estas vacas son más inteligentes que las vacas lecheras, por lo que necesitan saber qué hacen y donde lo hacen, qué dicen, cúando lo dicen y a quién se lo dicen, no vayan también a organizarse y revelarse, fastidiándoles su buena vida.
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