En la manifestación contra el TTIP, que en Barcelona partía de la Pedrera y terminaba en la plaza Sant Jaume, he podido comprobar con estupor como el Ajuntament de Barcelona estaba bordeado con una cinta de plástico para que nadie se acercara y, tanto delante como detrás de su puerta, guardias urbanos con gafas de sol y bien equipados para una guerra.
En cambio, en la la puerta de Generalitat de Catalunya, había una doble valla metálica formando triángulos y un mosso d'esquadra antidisturbios con pasamontañas cada dos metros, también súper equipados, con las mangas remangadas mostrando los antebrazos, y de brazos cruzados.
Lo curioso de estos dos cuerpos de seguridad en ambos lados de la plaza Sant Jaume es que ninguno llevaba ninguna placa de identificación, no al menos por delante, que es donde debe verse. Sí, sí, sí: con sus dos cojones y sus dos ovarios, que también había mujeres entre ellos.
La Policía Nacional ya está obligada a llevar esta placa que lo identifique, aunque con un tamañito más pequeño que el que recomendaba la defensora del pueblo, y la Generalitat de Catalunya, creo recordar, había dicho que también adoptaría esta medida, que protege a los ciudadanos de posibles abusos como los que vimos, al menos yo horrorizado, en las manifestaciones de Madrid. Aún recuerdo a un hombre inmovilizado en el suelo, boca abajo, por un policía nacional, mientras otro policía nacional, sin venir a cuento de nada, le apretaba los ojos con los dedos: tal cual.
Bien: ahora puedo afirmar que esa medida de protección de la ciudadanía no se está aplicando en Catalunya.
Tenemos unos políticos que no valen ni la mierda que cagan.
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