…y luego le pegamos fuego.
Así podría resumirse lo que han hecho en el Museo Nacional de Río de Janeiro, por segunda vez.
Reunir lo mejor que tiene uno en un único lugar es bueno para poderlo ver todo de un tirón, pero también se corre el peligro de que una desgracia afecte a toda la colección, y más aún si no se ponen medios para evitarlas.
Un fuerte aplauso para los responsables de cultura y los gobernantes de Brasil: han dejado unas bonitas cenizas que visitar donde antes había obras de arte.
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