El Museo del Prado, la ley de propiedad intelectual y la falta de vergüenza

Tal como prometí, aquí está la historia de horror con El Museo del Prado y la Ley de Propiedad Intelectual.

Esta ley protege el derecho de explotación comercial de las obras intelectuales a
sus autores, concediéndoles el derecho exclusivo por un periodo limitado tras el que pasan a ser de dominio público, pudiendo copiarse para cualquier fin y conservando el autor únicamente la autoría.

El derecho de explotación comercial, el copyright, tiene una duración que depende de la legislación de cada país, llegando a extenderse más allá de la muerte del autor.
Todo esto es independiente del propietario de la obra física original, el cual conserva la propiedad aunque esta ya no tenga copyright, y controla el acceso a ella.

En el caso de pinturas como, por ejemplo, las de Velázquez, su copyright terminó hace muchísimos años y por lo tanto, cualquiera puede reproducirlas.


Si yo hiciese una fotografía del cuadro "Las meninas" podría utilizarla para cualquier fin. El problema es de dónde obtengo esa fotografía, porque aunque la obra sea de dominio público, no hay libre acceso a ella y el Museo del Prado impone normas que impiden fotografiarla o de permitirlo es con restrictivas condiciones de uso.

Aquí entra el banco de imágenes del museo, ofreciendo un servicio que no solo cobra por la obtención de una fotografía sino que además acota su tiempo de uso y cuyo precio depende del fin para el que vaya a utilizarse.

Cuando alguien hace una fotografía de otra obra, aunque ésta sea de dominio público, la nueva tiene derechos de autor, aunque de una duración menor: 25 años.
La fotografía de una obra es en sí misma una nueva obra, pero la ley española de propiedad intelectual, le da menor protección, por no aportar creatividad.
Un fuerte aplauso a nuestros fabulosos legisladores y sus intereses que poco tienen que ver con los de la ciudadanía.

Sabiendo esto, ofrecí al Museo del Prado realizar yo mismo las fotografías de las obras, para hacerlas de dominio público, a lo que el museo contestó con el silencio a mi correo electrónico.
Volví a insistir, pero esta vez con una petición administrativa formal por escrito, a lo que volvió a ignorar mi ofrecimiento, algo que me sorprende de un organismo estatal que tiene encomendada la difusión de sus fondos.

Envié una queja al Defensor del Pueblo, cuya respuesta fue de traca: el Museo del Prado no tiene la obligación de contestar, aunque sería educado que lo hiciera.

Como este tipo de "meras fotografías" tienen un  copyright menor que el Museo del Prado ya se encarga de actualizarlas periódicamente en su banco de imágenes, no vaya a ser que alguna de las disponibles haya pasado a ser de dominio público, y pierdan la gallina de los huevos de oro.
¿Quién iba a pagar por una fotografía de un cuadro si ya hubiera una igual de dominio público?

Conclusión: el Museo del Prado tiene secuestradas las obras de arte que custodia con el dinero de todos los ciudadanos, aun siendo éstas de dominio público.

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