Cada día vemos el salvaje cinismo de los políticos. Son capaces de decir una cosa y hacer otra, dar circunloquios de tamaño estelar para llegar a la conclusión qué les interesa, redefinir palabras y otras lindezas que deberían eliminarse de la política.
Los partidos, para no "desgastarse", se dedican a cambiar periódicamente a sus representantes, con la excusa de la "regeneración", otro de sus grandes embustes, porque no lo hacen por regeneración, sino porque a base de sus embustes pierden toda credibilidad.
Por otro lado, tenemos estados cada vez con más poder. Lo mismo nos espían ilegalmente como nos dan palizas por manifestarnos o intentar que las democracias sean lo que deben ser por definición.
La represión de la voluntad de los ciudadanos se realiza sin rubor alguno, los engaños durante las elecciones sin vergüenza, y todo esto no es lo nos llevará a una sociedad mejor para todos.
La semana pasada podíamos oír a políticos españoles decir bien alto y con orgullo, todo espectro al caso Noos, que justicia es la misma para todos, cuando claramente no es verdad: el rey es "inviolable".
Es decir, el rey no es responsable de nada de lo que haga o deje de hacer. Es una excepción a la ley que los demás ciudadanos estamos obligados a cumplir.
Si eso es igualdad, los burros vuelan.
Y lo llamativo, como digo, es que los políticos hayan tenido la cara dura de negarlo. Señores: que está en la Constitución que ustedes mismos aprobaron.
Y esta combinación de políticos embusteros y poder creciente es el grave problema.
Si en lugar de oír a los políticos, nos fijásemos en sus actos, ignorando lo que digan, tampoco tendríamos una visión más certera de lo que ocurre. No podemos prescindir de las explicaciones de los políticos. Y ellos siguen mintiendo.
"Eres un nivel de amenaza aceptable y si no lo sabrías." — Banksy
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