Con el serrucho en la mano

Si el otro día explicaba la asombrosa facilidad que tiene Mariano Rajoy para decir que hace una cosa cuando es patente que está haciendo justo lo contrario, hoy le sigue Alberto Ruiz Gallardón con la siguiente declaración sobre los que disienten en el PP de la jueva ley del aborto:
"Cualquier miembro del partido que aceptase ocupar un cargo electo o de responsabilidad no puede decir ahora que tenía reserva mental sobre alguna de las partes del programa electoral."
Claro, claro.  Ahora resulta que lo que tenían en su programa electoral es inamobible, aunque no hayan cumplido ninguna de sus otras promesas. Qué bien: hacen lo que les viene en gana y encima te lo argumentan. Son unos cracks.

Para colmo Gallardón se permite afirmar que él sí tendría un hijo con graves malformaciones. Claro. Y yo también, porque no lo tengo. Pero otra canción cantaría este... señor... si lo tuviera y sus recursos económicos no le llegaran, y encima con la ley de dependencia tal como se está aplicando.
Pero no solo Gallardon nos lo argumenta. También Alfonso Alonso,  otro genio de las declaraciones, lo argumenta así:
"Yo creo que cuando hay un compromiso electoral explícito los diputados están vinculados con ese compromiso."
¡Claro que sí,  Alfonso! Aunque tu partido no haya cumplido nada más de su programa, la nueva ley del aborto teneis que aprobarla como sea, aunque guste solo a unos pocos ultras del catolicismo ardiente.
Visto en perspectiva podría parecer que en realidad el Partido Popular no es que estuviera incumpliendo su programa electoral. Más bien lo que hacía era fastidiar, que hasta ahora coincidía con lo contrario a su programa, pero como ha encontrado un punto con el que fastidiar cumpliéndolo, pues lo hace con gusto.
Como dice el refrán "Señor, señor... dame paciencia, porque como me des fuerza..."

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