La cabeza del ministro de interior

El ministro de interior tiene algo en la cabeza. No sabemos qué, pero podemos
deducirlo en base a lo que dice y lo que hace. Y no pinta bien. Tiene aspecto de educación fallida, represora y cercenante del desarrollo normal de la personalidad que aboca al ser a un trastorno grave de la percepción del mundo y por ende de las soluciones que encuentra apropiadas a los problemas que la existencia nos pone delante.

Lo llamativo de su deseo no son en sí los cuatro conceptos del hecho expresado (querer, regular, burca, manifestaciones), no.

Lo llamativo es que hay un concepto que está metido con calzador y a martillazos: manifestaciones.

Es decir, el ministro ha desviado una idea, desear la regulación del burca, que ya es de dudoso acierto, con una que le quita el sueño: las manifestaciones.

Regular el burca, personalmente me parece absurdo, siempre que sea una decisión absolutamente personal y libre y se garantice que sea así. Cada persona debería poder decidir ir por la calle como le dé la gana mientras no interfiera con el mismo derecho en los demás. Debería.

Es más, el ministro reconoce que el actual proyecto de ley de seguridad ciudadana  ya contempla "sanciones administrativas para las personas que vayan embozadas a las manifestaciones", sea un burca, un casco o una caja de cartón.

Atención porque repite formula el ministro: sanción administrativa. Es decir, a libre criterio del gobierno sin intervención de ningún juez. Básicamente un "porque yo lo digo".

Reconoce que "Dado que el proyecto se encuentra ya en el Congreso, puede ser buen momento -y no digo que sea necesario- para que este debate se introduzca". Cualquier motivo es bueno para el ministro con tal de recortar las  libertades de los demás.

De hecho reconoce que a título personal el burca le parece un atentado a la dignidad de las mujeres. Pero no le parece un atentado a las libertades de todps los ciudadanos enviar a la policía antidisturbios a disolver manifestaciones pacíficas ni dejar impunes los excesos de ese mismo cuerpo de seguridad.

El ministro nos cuenta lo que le parece indigno para la mujer, pero no lo que le parece digno, aunque estoy convencido de que me parecería igualmente alarmante. Sí, convencido del todo.

Pero al ministro lo que le inquieta no es el burca. Eso es la excusa. El fondo del asunto es que haya manifestantes que no pueda identificar, cometan o no un delito, lo que me recuerda a la identificación de personas en manifestaciones en otros sistemas políticos no democráticos, sin ningún otro motivo que su presencia en ella, algo que a parte de intentar ser intimidatorio es innecesario y una falta al derecho de manifestación que nos otorga la tan esgrimida constitución española.

Pero de regular a los políticos y los cuerpos de seguridad para garantizar el resto de nuestros derechos, que pueden pisotear y hemos visto que lo hacen, no. 

De eso no quiere el ministro.

Deberíamos regular el uso de bolígrafos porque los políticos escriben delitos, entre gilipollez y gilipollez.

Así se empieza señor ministro. Y ya sabe como se acaba. La historia se lo ha enseñado varias veces, pero con sus carencias no pretendo que entienda nada de lo aquí expresado excepto que no pienso como usted.

Que Dios le ayude y lo guarde en su gloria, la de Dios.

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