Cómo decir una cosa y luego la contraria sin sonrojarse

Cuando alguien dice una cosa y un tiempo después afirma la contraria, uno puede pensar que aquel ha rectificado, lo cual es de sabios, o que ha cambiado de opinión, algo no sólo perfectamente posible sino además normal.

Lo que ya no parece tan normal es argumentar perfectamente la primera cosa y al decir lo contrario argumentarla también perfectamente con los mismo argumentos pero del revés. Porque cuando esto sucede quiere decir que los argumentos sólo tenían la validez que les otorga quien habla, es decir, son farfolla.

Cuando veo una cosa así tiendo a pensar que el que habla o bien es gilipollas o es que me está tomando por ello. Y eso es lo que estan haciendo muchos, muchísimos, políticos de este país, que también es el mio. Lo hacen sin vergüenza alguna, con una cara dura que nunca he visto antes, y sin ni siquiera sonrojarse.

Da igual lo que diga un político mientras consiga que le respaldes. Después él hará lo que le venga en gana con cualquier excusa y cualquier argumento, y no hace falta ni que tengan sentido con lo que dijo antes para convencerte.

La constitución española debería incluir un apartado especial para aquel que engañe al pueblo.
Las promesas electorales deberían ser de obligatorio cumplimiento o, si se cambia de opinión, convocar nuevas eleccciones. No es posible que un político prometa una cosa y luego haga la contraria, tal como está haciendo el presidente del gobierno de España, el señor Mariano Rajoy, que además tiene la desfachatez que excusarse diciendo que el motivo que le ha llevado a incumplir su programa electoral ha sido "la realidad".
En otras palabras, hizo promesas y afirmaciones sobre cosas que no conocía. Una peligrosa mezcla de incompetencia, negligencia, temeridad y deslealtad al pueblo que le ha otorgado su poder.

Y la pregunta es bien simple: ¿Cómo puede un político hacer promesas sin conocer "la realidad"? La respuesta es también simple: no tienen ni vergüenza, ni palabra ni aptitudes para el cargo que ocupan.

Es más de lo mismo que en el Reino Unido: tú ve escuchando lo que te digo que luego voy a hacer lo que me da la gana.