Syriza, ese partido político griego que aparentaba democracia me ha enseñado algunas cosas sin él quererlo.
En resumen: prometen terminar con el austericidio impuesto y aceptado por sinvergüenzas incompetentes (los políticos griegos previos), ganan las elecciones, hacen el paripé, hacen una consulta en la que el pueblo griego deja palmariamente clara su postura, Syriza hace lo que le da la gana y embarca a los griegos en un tercer rescate que los griegos no quieren y convoca nuevas elecciones. Y los griegos le vuelven a votar: fascinante.
En todas las elecciones debería poderse votar "hijos de puta" para poder expresar cuándo los políticos están tergiversando el significado de "democracia".
Es esencial que los políticos cumplan sus promesas y su incumplimiento tenga serias consecuencias, entre ellas la imposibilidad de romperlas y hasta cárcel, si fuese adecuado, por deslealtad al pueblo al que representan y prometen servir.
Lo único bueno de la situación de Syriza es que se han hecho la cama con el tercer rescate y ahora les toca acostarse en ella. Me gustará ver cómo justifican lo que les han impuesto y Syriza ha aceptado en el nombre de los griegos, los mismos griegos que no dieron su aprobación.
Mientras tanto los políticos van a marearnos con verborrea mientras hacen lo que les da la gana.
Ayer veía la entrevista que le hicieron a Artur Mas en el programa de televisión " El objetivo": lamentable.
Lamentable porque el discurso del señor Mas no tenía nada incorrecto en su contenido: todo era coherente, razonable y perfecta y correctamente argumentado. Excepto lo lo que no decía.
No dijo cuál iba a ser la política que harían mientras nos tienen a los catalanes entretenidos con la el proceso independentista. Parece que nadie se acuerde de cómo han gobernado la Generalitat de Catalunya hasta ahora, qué han favorecido y qué han dejado de lado. ¿Nadie? ¿En serio? Pues más de eso es lo que tienen preparado detrás del escenario y de lo que no hablan.