Ecológico es todo aquello que evita afectar en lo posible el entorno natural.
Si te comes un plátano y reciclas la piel, eso es ecológico. Si en lugar de comprarte unos zapatos nuevos, le pones suelas nuevas a los viejos, eso es ecológico. Si usas bombillas de bajo consumo, eso es ecológico. Si usas productos de diseño estándar, eso es ecológico. E IKEA nos engañó.
IKEA nos vendió, en catálogos iluminados con bombillas de 400 watios y personas con caras post coitales, que ellos eran ecológicos y baratos.
Uno va a una tienda IKEA y ve algunos productos que en principio son baratos y acabamos comprando a sabiendas de que la calidad no es para tirar cohetes, pero para nosotros es suficiente. Hasta ahí, es ecológico. ¿Por qué pagar por algo de más calidad si esa calidad ya es suficiente para la vida útil del objeto? Eso es ecológico.
No lo sería ya tanto cuando la calidad del producto le proporciona una vida de uso claramente insuficiente para el tiempo que debe durar. Y en esto entran los recambios.
Podemos comprar un producto barato, como las estanterías de almacenaje de IKEA, que son resistentes y de madera sin tratar. Un producto sencillo y funcional sin pretensiones. Eso es ecológico.
El problema aparece cuando IKEA decide, por motivos económicos, modificar el diseño original por otro que no es incompatible, como por ejemplo las estanterías
Gorm.
El perfil de las estanterías originales era este:
El de las nuevas es así:
Nada que objetar, excepto:
1.- Los agujeros para los tornillos son más estrechos
2.- Los tornillos son más finos
3.- Los tornillos antiguos entran tan justos en los agujeros nuevos que pueden llegar a rajar la madera.
4.- Los tornillos nuevos son tan finos que quedan holgados en los agujeros de las estanterías originales y no las sujetan.
Y la guinda no es que IKEA ya no venda esquinas para este modelo de estanterías, lo cual es un fastidio aunque asumible, si no que ya no vende estantes o largueros por separado, de ninguna medida. Esto te obliga a comprar juegos de estanterías completos compuestos por cuatro estantes y cuatro largueros, lo que te impide, si ya tienes una estantería así, ampliarla sin que te sobren piezas. Y eso sin que puedas utilizar piezas del diseño original. Esto no es ecológico. ¿Qué haces con las piezas que te sobran? ¿Las guardas para la berbena de San Juan? ¿Qué haces con las estanterías antiguas? ¿Más berbena?
Cuando uno compra un sofá de IKEA, cede ante el chantaje de comprar un sofá barato para el que las fundas valen un dineral, pero tampoco espera uno cambiar la funda muy a menudo. El problema aparece cuando IKEA decide dejar de hacer un modelo y por lo tanto sus fundas. Cuando esto sucede te quedas con un sofá que no podrás utilizar si necesita una funda nueva. Eso o hacer una funda a medida, lo que aún te saldrá más caro que la que debiera proporcionar IKEA. Menudo negocio y poco ecológico.
Algo así ya pasó con un objeto tan común como son los tornillos, y finalmente los fabricantes entendieron que incluso para ellos era más barato estandarizarlos. Claro que siempre hay fabricantes díscolos que precisamente diseñan sus productos fuera de los estándares para secuestrar a sus clientes, a veces con la zanahoria de precios bajos o de un diseño mejor, como hace Apple, con el diseño, no con precios bajos, se entiente.
El fabricante ecológico, y ético, no sólo usará estándares si no que, en su sabiduría y buen saber hacer, los creará si es beneficioso y con ello mejora y abarata sus productos. Creará estándares cuando sean necesarios y no por el simple hecho de crearlos para luego cobrar derechos, como hace Microsoft.
Estoy convencido que IKEA, si como dice deja de vender piezas por separado porque no se vendían, podría haber mantenido el diseño original de las estanterías o haberlo modificado para abaratarlo pero manteniendo la compatibilidad con el diseño original, pero no ha hecho ninguna de las dos.
Esta es la ecología sueca de IKEA.