Te compraste un móvil. Barato no sería si quieres que sea mínimamente rápido, que no parezca un huevo hortera, sin colores para daltónicos y que la batería le dure al menos un día.
Pasa el tiempo y si no se le ha roto la pantalla, recibes una actualización del sistema operativo. Las Apps se van actualizando solas.
En el caso de Samsung no recibirás ninguna más: es "su política". Y te la hacen llegar muchos meses después de que Google ya la haya enviado una a sus Nexus. Esto es consecuencia de la "adaptación" que Samsung hace al Android pelado de Google, donde aprovecha para meterte todo tipo de Apps que no vas a utilizar jamás y tampoco podrás quitar.
Y las actualizaciones de Google no son muy distintas: no garantiza que actualicen el sistema operativo (Android) tras 18 meses.
Eso sí, te amedrentan con lo peligrosísimo que es ir por ahí felizmente sin el móvil actualizado, como si de ti dependiera, cuando la cruda realidad es que el fábricante te ha abandonado a tu suerte. Una vez tienen tu dinero, poco les importa el producto que te han encalomado.
¿Te compras entonces otro móvil o los mandas a todos a la mierda? A puntito estoy de esto último.
Todo esto es consecuencia de lo mal montado que está el tema de las actualizaciones de software.
Pero eso sí: un cargador universal con USB. Tiramos los teléfonos a pares pero nos sirve el mismo cargador. Muy ecológico, sí. Y la Unión Europea en la parra, como de costumbre.
Y quien me diga que cualquier teléfono móvil actual no puede actualizarse, risame da.
La realidad es que cualquier teléfono terminará por no funcionar correctamente si no para de engordar el sistema operativo con nuevas funciones y florituras que yo no he pedido pero el fábricante se empeña en meter.
Vamos a ver: ¿son tan incompetentes o nos toman por gilipollas como para que el primer Nexus o un iPhone 3G no pueda hacer una puñetera llamada sin poner en riesgo al usuario por los boquetes de seguridad? ¿Tan complicado es? No lo es. De verdad. Sólo hay que querer.
Pero a los fabricantes no les interesa. Lo que les interesa es que te compres un móvil cada dos años, lo necesites o no.
"Es que dejan de funcionar las aplicaciones". Claro, si no paran de cambiar el entorno en que deben funcionar éstas, es normal que dejen de funcionar.
Y esta es otra lacra: los programadores de Apps tienen que modificar sus creaciones para que sigan funcionando después de que el fabricante del sistema operativo haya cambiado lo que le haya dado la gana.
Microsoft es un ejemplo de esto en cada versión de Windows, a pesar de cierta voluntad de hacer que las aplicaciones existentes funcionen en la nueva versión.
Google aún no ha aprendido esta lección.
Apple es la que lo lleva mejor, pero sólo en su sistema operativo para ordenadores, donde no tiene prácticamente ningún interés económico.
Y la solución es bien sencilla: cada versión de Android debería establecer unos límites de qué hace y qué no hace el móvil. Las actualizaciones únicamente deberían corregir errores de programación. Como mucho podrían incluir alguna inofensiva floritura que no sacrifique el rendimiento del dispositivo, y que sea desactivable.
Al iOS de Apple ya no lo menciono porque a esa empresa ya le va de maravilla que sus clientes quieran estar a la última y se gasten fortunas en cada compra de un terminal que dejará de funcionar a causa de las actualizaciones de software: fascinante.
Pantalla: bien grande, que se rompa pronto. Por eso no me vuelvo a comprar un móvil con una pantalla de más grande de 4,5 pulgadas. Si no puedo agacharme teniendo el móvil en el bolsillo del pantalón, no es un móvil. Punto.
Y es que el asunto de las actualizaciones tiene miga. Una tomadura de pelo de tal calibre sólo se produjo con el cártel de los fabricantes de bombillas, en que se pusieron de acuerdo para que se estropeasen al cabo de un numero determinado se horas, obligando al consumidor a comprar otra, cuando era perfectamente posible fabricarlas más duraderas.
Como esta el planeta, debería ser delito grave el fomento del consumo al tun-tun, la obsolescencia programada, el crecimiento económico sin otro fin que el consumo por el consumo.
Yo voy a tardar mucho tiempo en comprarme ningún otro dispositivo móvil. Palabrita.